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12 May 2025 6 respuestas 40

NO. Contar calorías forma parte de la peor estrategia alimentaria posible. Es un enfoque errado, perjudicial para muchos, nacido del desconocimiento profundo de la bioquímica humana; de una lógica infantil. Por supuesto que haremos una publicación dedicada a las calorías. De esta manera, desterraremos para siempre del pensar de aquellos que nos leéis cualquier iniciativa relacionada con el intento de creer que las calorías tienen algo que ver con la nutrición humana, y proporcionaremos las herramientas adecuadas para que podáis debatir con vuestros cuñados.

De igual manera, uno siente la necesidad de contar gramos. Gramos de proteína, de grasas, de carbohidratos… Aunque pueda ser útil en el inicio del proceso que involucra la restauración del sistema, tampoco es necesario. Explicaremos el porqué a continuación.

Finalmente, para poner fin a esta breve introducción, confesaremos que nosotros mismos lo hemos hecho. Cuando, allá por 2017, adoptamos una alimentación acorde a nuestra especie, hemos contado calorías primero y gramos después. Es por eso que, transcurridos los años, con nuestras células trabajando de manera óptima, podemos escribir este artículo y explicar lo que sucede.

Existen 3 tipos de alimento

Dejando atrás las calorías y los hábitos modernos que incluyen el consumir comestibles de supervivencia en múltiples comidas a lo largo del día, establecemos los tipos de alimento que son indispensables para mantenernos vivos. Somos anatomía + energía. Por orden de menor a mayor importancia:

  1. Alimento ordinario. El que metemos por la boca. Sin él, una persona delgada difícilmente podría durar 1 o 2 meses.
  2. Aire. Sin respirar oxígeno, un nutriente esencial, estaríamos muertos en cuestión de minutos.
  3. Impresiones. Nos alimentamos de ellas a través de nuestros órganos de percepción. Incluye el alimento más importante de todos, la Luz del Sol. Va mucho más allá de la vitamina D, que es a todo lo que ha reducido la “ciencia” de la salud al Astro Rey. Del Sol dependen todas las hormonas humanas. No se puede hacer uno la idea del error que hemos cometido utilizando sustancias y objetos anti-evolutivos como cremas solares o gafas. Todo esto interfiere en la correcta relación Humano-Sol, el primer y más importante alimento de todos. Habrá tiempo para escribir sobre la literatura detrás de este apasionante tema.

Los 3 centros del Ser Humano

Con frecuencia oímos expresiones como cuerpo y espíritu, cuerpo y alma, mente y cuerpo, mente cuerpo y espíritu… Sin embargo, según una antigua enseñanza, una división más comprensible del ser humano comprende tres centros:

  • Centro mental. Se encarga del pensar lógico.
  • Centro emocional. Nos permite experimentar la vida a través de los sentimientos/emociones.
  • Centro motor/instintivo. Lo conforman las funciones del movimiento, del habla, de los cinco sentidos… La que nos interesa para este artículo, la parte instintiva, comprende aquello que ya está desarrollado en el momento de nacer. Por ejemplo, la respiración o el funcionamiento interno de nuestro cuerpo a nivel celular. No tenemos que hacer nada o manifestar voluntad para que funcione. Lo hace solo. Y esto último es la clave de lo que te vamos a contar.

Cuando el organismo no opera correctamente

Es importante que uno reflexione sobre el trabajo de estos tres centros. Cada uno con su función específica. En el reino animal, la regulación del hambre y del apetito no debe implicar al centro mental o al centro emocional. El centro instintivo se debe ocupar de ello. Otra cosa es que el humano, a diferencia del resto de las especies, pueda y quiera disfrutar de una buena comida con su centro emocional, o utilizar el centro mental para preparar tal o cual receta, etcétera. De lo que estamos hablando es del hackeo o pirateo del sistema instintivo que padece el humano domesticado. El Dogma ha sabido hacernos esclavos de la comida en favor de sus intereses.

Así, podríamos imaginar una escena en la que una persona metabólicamente enferma, con malos hábitos alimenticios y un estilo de vida antievolutivo, se encuentra frente a un donut:
· Su centro instintivo, su función celular, está corrompida; hackeada hemos dicho.
· Su centro emocional siente que está haciendo algo malo. Surge el remordimiento.
· Por su centro mental transcurren pensamientos innecesarios —‘uno más y lo dejo’. Incluso si esta persona está contando calorías por “prescripción” de algún experto mal informado, tal vez comience a realizar cálculos para conocer si con ese donut se pasa de las que le han «recetado».

Cuando el organismo opera correctamente

Todo resulta más sencillo cuando uno se encuentra reancestralizado, des-domesticado si se permite la expresión. Su centro instintivo, es decir, su función celular, funciona a la perfección. De este modo no necesita contar calorías ni gramos. Cuando ve un donut o una barra de pan no siente atracción ni antojo. Simplemente no lo interpreta como comida. No siente hambre cuando las células no necesitan nutrientes y, cuando come, lo hace hasta saciarse. Todo funciona engrasado, nunca mejor dicho; a la perfección. Damos fe. El cuerpo, la función instintiva, nos dice cuándo y cuánto debemos comer. Y podemos disfrutar de ello sin remordimiento. Sabiendo que es lo mejor para nosotros.

El alimento es información

Cuando empezamos a poner el foco en nuestra alimentación, básicamente nos preocupamos de dos cosas:

  1. Qué como.
  2. Cuánto como.

Si pretendemos seguir una dieta cetogénica bien formulada, la primera pregunta quedaría resuelta en nuestros artículos sobre la dieta cetogénica y sobre el DHA.

Ahora bien, la mayor controversia surge respecto a la cantidad. ¿Cómo saber cuánto debo comer?
Los nutrientes, el alimento ordinario que ingerimos, actúan como información celular. Son moléculas señalizadoras que activan o inhiben diferentes procesos imprescindibles para nuestra subsistencia. La desregulación (desinformación) que se produce al mantener una alimentación inadecuada es uno de los desencadenantes del síndrome metabólico (obesidad, hiperinsulinemia, tensión arterial elevada…).

Ir contra el diseño humano provoca enfermedad

El hombre moderno, domesticado, se relaciona de manera antinatural con la comida y con la luz del Sol. De esta manera, ha terminado pervirtiendo su diseño hasta el punto de costarle su salud y, demasiado frecuentemente, la vida.

La equivocada manera de entender el acto sagrado de comer y la facilidad con la que denominamos alimento a cualquier cosa que seamos capaces de digerir —e incluso a alguna que no—, se ha llevado por delante nuestra habilidad, forjada a través de milenios, para responder convenientemente a determinados estímulos.

La leptina es una hormona secretada por nuestras células de grasa que se obtiene primeramente al nacer a través de la leche materna y le indica al hipotálamo lo que necesitan los 37 billones de células que tenemos en todo el organismo. Es esta hormona, y no las calorías, la principal reguladora del metabolismo energético, el estado hormonal o la fecundidad, entre otras funciones. La inadecuada exposición al Sol o el consumo abusivo de carbohidratos y luz artificial nos convierten en resistentes a ella, volviéndola disfuncional.

Las condiciones de la vida paleolítica

A un ser humano ancestral le hubiese costado perjudicar su metabolismo de la manera en la que lo hacemos en pleno siglo XXI, en las condiciones naturales en las que se desenvolvía, a través de los alimentos repletos de nutrientes que lo rodeaban. Comía hasta saciarse cuando las circunstancias le eran propicias. Y ayunaba —probablemente de manera forzosa— cuando no lo eran, dejando paso a los procesos de reparación y regeneración celular tan necesarios, aún sin saberlo. Su sistema estaba perfectamente balanceado y optimizado para señalizar el momento en el que sus requerimientos nutricionales estuvieran cubiertos y no hubiera necesidad de incorporar más.

El ser humano ha perdido el contacto con la Naturaleza y ahora es incapaz de controlar su apetito. La vida moderna, con sus brazos cada vez más alargados, lo ha domesticado destruyendo su capacidad para relacionar armoniosamente la mente, las emociones y el cuerpo. Los falsos simuladores de una realidad distópica terminan por corromper un sistema bien diseñado. Se nos trata de confundir para que reconozcamos todo tipo de comestibles como alimento. Pero nada más lejos de la realidad, comer no siempre es alimentarse. Los comestibles de supervivencia, aquellos que evitaron que comunidades enteras murieran de hambre (cereales, harinas…), jamás deben formar parte de la base de nuestra alimentación, como lamentablemente está ocurriendo. Ya sabemos que lo que es importante para la supervivencia de la especie, no necesariamente lo es para la prosperidad del individuo.

Las cantidades de comida que debemos ingerir han de ser estipuladas por el centro instintivo

Todo ser de nuestra misma especie necesita incorporar con la dieta los nutrientes adecuados en una proporción que dependerá de su composición corporal y actividad, de forma que al ingerir cualquier otra cosa, estaríamos errando. Y las cantidades y el tipo de alimento es algo que nuestro centro instintivo y la disponibilidad local y estacional deben regular; nunca el centro mental o el emocional. Estamos dejando de ser efectivos. Y todo aquello que incorporemos que no sea un alimento real se puede convertir en un lastre que se podrá soltar con mayor o menor facilidad, o quedarse para siempre, según nuestras condiciones particulares.

El hambre y la saciedad son dos mecanismos importantes involucrados en la regulación del peso corporal y de la salud. Aunque parece que los seres humanos pueden controlar el consumo de alimentos a voluntad, existen factores dentro del propio sistema nervioso central que son los que realmente regulan la ingesta del alimento y el gasto energético. Es decir, el centro instintivo. Y es que las acciones de los centros de hambre/saciedad del cerebro están influenciadas por los nutrientes —incluyendo la luz del Sol—, el potencial energético de la célula, las hormonas y otras moléculas de señalización.

Los esclavos de la comida

En medio de toda la moderna polémica que rodea a la práctica del ayuno, la cuestión no es si debemos ayunar o no; ni cuándo hacerlo. Estos debates son absurdos. La realidad es aquello que, cuando dejas de creer en ella, sigue estando allí. Y en este caso, es la siguiente:

Si no puedes pasar varios días sin comer, entonces tienes un problema. Tu metabolismo está dañado. El Ser Humano está perfectamente diseñado para ayunar durante largos períodos de tiempo. El equipo STRO constituimos un claro ejemplo, ya que podemos pasar muchos días solo con agua, sin que suponga mayor problema. Al contrario.

Los cuerpos cetónicos son la principal fuente de energía para el cerebro en los periodos de ayuno y/o escasez de carbohidratos. Sabemos esto desde los experimentos de George Cahill (Universidad de Harvard) en las décadas de 1960-1970. Además, pueden desempeñar un papel importante en el control del apetito (es necesario distinguir entre apetito y hambre), especialmente en el periodo conocido como ceto-adaptación, en realidad mejor llamado readaptación a la cetosis o fase de recuperación de la flexibilidad metabólica.

Según la evidencia reciente, las señales corporales que urgen la ingesta de comida parecen ser inducidas bioquímicamente solo en caso de que se produzca privación de energía y nutrientes a nivel celular, como es el caso de un ayuno prolongado. Sin embargo, generalmente, estamos controlados por factores sociales, culturales y ambientales estrictamente relacionados con el estilo de vida moderno. No fuimos diseñados para comer cada 3 horas. Hubiese sido un error. Ni tampoco para utilizar equivocadamente el alimento como recurso para combatir el aburrimiento, el estrés o la ansiedad. No se puede encontrar el sentido a comer sin necesidad. Y menos aún, comidas vacías de nutrientes, envasadas en plásticos, que nos dejan aún más hambrientos en el mejor de los casos y que, en el peor, pueden llegar a perjudicarnos. En un mundo donde la palabra sostenibilidad se usa frívolamente, este tipo de hábitos son precisamente los que no resultan sostenibles.

Hemos pasado de depender de las señales de nuestro cuerpo, del centro instintivo, a depender del conteo de calorías y de la tecnología. No nos está yendo bien, siendo la única especie del planeta, junto con nuestras mascotas, que presentamos enfermedades crónicas.

La Torre de Babel celular

Al igual que el maestro zen hacía desbordar la taza de té para hacerle ver al alumno candidato que no se puede rellenar algo que ya está lleno, nosotros tratamos de hacerlo mecánicamente con nosotros mismos, por no haber inducido la señalización adecuada durante demasiado tiempo. Por no haber sabido alimentarnos de aquellas sustancias bajo las cuales se forjaron nuestros genes mitocondriales y nucleares. Por haber tratado de leer en un lenguaje que no era el nuestro. Y bajo estas condiciones, como Torre de Babel, nuestra salud jamás alcanzará su plenitud, quedando a medio construir.

Es por esto que, cuando comenzamos este estilo de alimentación fundamentada en alimentos densos nutricionalmente, podemos encontrarnos perdidos a la hora de valorar las cantidades que requerimos en nuestro caso en particular.

Se estima que necesitamos incorporar de 1.5 a 2 gramos de proteína por kilogramo de peso ideal.

De manera que, un individuo de 90 kg con sobrepeso, que pretendiera bajar a los 80 kg, debería consumir de 120 a 160 gramos de proteína al día. Y a partir de ahí, la grasa correspondiente que le hiciera sentirse saciado —típicamente los mismos gramos de grasa que de proteína.

Pero esto tan solo ha de tenerse en cuenta como mera referencia ya que, a pesar de disponer del mismo diseño evolutivo, cada individuo ha de adaptarse a su manera particular e intransferible de relacionarse con su entorno. Cuando iniciamos el proceso que nosotros denominamos REANCESTRALIZACIÓN, contar los gramos puede ser una herramienta útil, pero solo hasta que nuestras células vuelvan a comunicarse de manera correcta. A partir de ahí, nuestro centro instintivo se encargará de decirnos cuánto debemos comer —e incluso qué es lo que debemos comer. Paciencia, nosotros mismos lo hemos experimentado.

Sin embargo,

Nunca se deben contar calorías

Por cuatro razones fundamentales:

  1. La fructosa, por ejemplo, no ofrece la misma información al organismo ni sigue las mismas rutas metabólicas que el ácido graso DHA o el aminoácido leucina. En realidad, ninguna biomolécula lo hace. Por tanto, 1 kcal de fructosa no es lo mismo que 1 kcal de leucina o de cualquier otra cosa.
  2. Las caloríasson una medida inventada por el ser humano, fruto de quemar comida en un calorímetro o bomba calorimétrica. Nuestras mitocondrias no solo producen calor, sino ATP + calor + H2O + CO2 + Radicales Libres. Además, la relación ATP/calor/etcétera, es diferente entre individuos, pero también dentro de cada individuo, dentro de cada célula y dentro de cada mitocondria (puede haber miles por célula).
  3. No todas las supuestas calorías de la comida serán utilizadas para generar ATP o calor. Muchas de ellas, más de la mitad, tendrán otro propósito bien diferente.
  4. A diferencia de los gramos, es imposible medir las calorías presentes en una comida. Por poner un solo ejemplo, se dice que las grasas tienen 9 kcal por gramo y esto es falso. Dependiendo del ácido graso puede variar entre menos de 4 y 9,2 kcal por gramo. Como evidentemente no disponemos de un aparato casero para medir la concentración de cada uno de los cientos de ácidos grasos diferentes en una comida, es imposible saber cuántas calorías tiene nuestro plato. Así que no seamos ridículos.

¿Cómo facilitar al organismo el proceso de Reancestralización sin contar calorías o gramos?

Nosotros priorizamos en cada ingesta los alimentos más nutritivos y biodisponibles:

  • Carnes y sus vísceras.
  • Huevos.
  • Pescados.
  • Mariscos.
  • Lácteos y derivados.

Y solo después, abrimos la ventana para incorporar otros menos efectivos pero perfectamente complementarios, como podrían ser los vegetales, setas, algas, frutas salvajes, frutos secos… De esta forma, conseguimos no saturarnos con alimentos poco densos en nutrientes. El huevo presenta una proporción perfecta de biomoléculas (proteína + grasa). Por tanto, es una excelente opción para re-entrenar nuestro organismo.

Se suele cometer el error de introducir primero alimentos que, aunque compatibles con una dieta saludable como la que nosotros seguimos, son poco densos en grasas y proteínas animales. Por ejemplo, vegetales o frutos silvestres ricos en fibra (que no se digiere). De esta forma, te llenas rápidamente y, si uno cuenta gramos, llegar al objetivo se convierte en un suplicio. Especialmente si se practica el ayuno intermitente.

Nosotros hemos aprendido que cuando comemos primero los alimentos que importan, ya no es necesario andar contando gramos (y mucho menos calorías). Sabemos que ingerimos los nutrientes que necesitamos, en la proporción correcta, para la consecución de nuestras metas (composición corporal, ejercicio, salud…).

Existen dos tipos de hambre: el de verdad y el de mentira

También deberemos aprender a distinguir entre hambre fisiológico y hambre psicológico, sobre todo en el comienzo del cambio. En caso de una restricción energética severa (mucho tiempo sin comer), sin duda, nuestro cuerpo nos enviará señales inequívocas para que ingiramos alimento. Esto sería lo que se conoce por hambre fisiológico.

En cambio, y sobre todo en los inicios, se da otra clase de hambre por el cual, a pesar de haber incorporado los nutrientes necesarios con una alimentación bien formulada, experimentaremos antojos, normalmente por algún alimento en particular. No lo necesitamos realmente. Pero sentimos el impulso, a veces irrefrenable, de satisfacer nuestros deseos para calmar la ansiedad, por aburrimiento, o condicionados por el entorno. Esto es lo que se conoce por hambre psicológico, que debemos tratar de evitar satisfacer. O al menos, hacerlo de manera inteligente. Con un bulletproof coffee por ejemplo. Alimento nutritivo y saciante, sencillo de incorporar. Se avecina una guía imprescindible con toda la bioquímica acerca de esta gran herramienta.

Concluyendo

Haciendo de la densidad nutricional nuestra prioridad y permitiendo que el Sol siempre nos acompañe en nuestras comidas, aún escondido tras unas nubes, no tardaremos en restaurar el sistema encontrándonos en disposición, ahora sí, de interpretar debida e instintivamente la señalización hormonal reguladora de nuestro apetito, factor clave en nuestro camino hacia la reancestralización.

Atiborrarse de marisco, carne, huevos y pescado, nunca fue, es, ni será el problema.

6 comentarios en “¿Debo contar calorías?”

  1. Hola,
    Alguien me puede comentar algo sobre la alimentación Unani?? Este mes acabo de escuchar un par de entrevistas a David Duarte y hay algunas cosas que coinciden y otras no.
    Sobre todo la sal y productos del mar Leda mucha importancia. Gracias

    1. Hola edorta, que te intriga o necesitas saber? yo hice el paso a paso inicial de David Duarte, la verdad que es bastante disruptivo, a mi me cambio bastante la percepción sobre mi alimentación, ahora bien, hay cosas que aplico con mayor celeridad que otras, ya esto creo que como en nutrición, cada uno es un mundo… ya me cuentas, a tu servicio 😉

  2. O rompemos con el modo de vida actual de “comidas” o estamos condenados a ENFERMAR, no hay más. Si miramos en una aglomeración de gente hoy en día, la gran mayoría tiene SOBREPESO!!! No es casualidad, nos quieren GORDOS y ENFERMOS… también hay algunos delegados, pero son delgados enclenques…es una pena, pero por la calle ver gente delgada pero a la vez que esté fuerte prácticamente NO HAY…La Big pharma y la industria de la COMIDA, ya lo ha conseguido… GRACIAS por estos pequeños artículos, en un ratito se lee, y están Geniales!!!

  3. Hola @carlos-stro!!! Una duda: cuando hablas de lácteos, ¿incluyes la leche de vaca o cabra? ¿O sólo quesos crudos?

    Antes tomaba el café con bebida de almendra o avena (creyendo erróneamente que era mejor) y volví a la de vaca (la normal que venden en el súper). ¿Es mejor no tomarla? ¿Solo leche cruda? ¿Por qué? Me ha surgido esta duda y no sé si lo estoy haciendo bien o he de priorizar otras leches o tomar el café mejor con mantequilla directamente. ¡Esto es un mundo!

    ¡Mil gracias!

  4. Jesus ya habló de cuando y cuánto comer.
    El dijo: uno debe de comer cuando el sol esté en el punto más Álgido, y en cuanto a la cantidad dijo:
    Comed una vez hasta que estéis saciados , tomar esa referencia y a partir de ahí comer siempre una tercera parte de esa vez .
    El sabía de que hablaba

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