Quiénes somos

Es cierto que los tiempos son los que son y los que nos ha tocado vivir y hay que tratar de aprovecharse desde el conocimiento de la mejor manera que podamos. Siempre habrá escenarios más propicios para nuestro desarrollo y otros quizás más oscuros pero no necesariamente más difíciles para ese fin ya que es en la adversidad en donde se suele manifestar el deseo de cambio. Todo es relativo y depende de la mirada de cada cual… menos la verdad.

Si nos hubiera tocado vivir en el pasado, en la prehistoria, nos veríamos tratando de supervivir de igual manera, aunque los enemigos fuesen otros; enfermedades agudas, la búsqueda del alimento, depredadores, guerras entre clanes, supersticiones varias …

Ahora, los enemigos son bien distintos. No creo que se trate de comparar épocas y circunstancias y tampoco de ver el vaso medio vacío. Nuestro objetivo es el de identificar al enemigo. También al aliado. Sea el que sea. A cualquier precio.

Y por esto nosotros, en las ocasiones que sentimos ser merecedoras de ello, conectamos en plantear un discurso realmente radical -aunque difícilmente rebatible desde una evidencia científica no subvencionada- para contrabalancear el devastador efecto que causan aquellos que controlan los medios generalistas propagando bulos por intereses nada generalistas. Ya que hemos comprobado que hacerlo con tono tibio, de alguna manera conciliador, puede calar en las personas más desde un intelecto sedentario y ocioso que desde el centro instintivo que lleva a la acción. Y mientras, la adherencia a estos ‘nuevosviejos’ hábitos de reancestralización se vuelve casi una utopía en una sociedad en la que las enfermedades crónicas son legión.

El pan no mata… pero hay que decir que el pan mata. Cualquiera con conocimiento que nos sigue es consciente de que se puede comer pan un día cualquiera en una terraza cualquiera sin temor alguno. La comida no es el problema cuando estás saludable y sabes de qué te tienes que alimentar de manera crónica. Pero a aquellos con síndrome metabólico, diabéticos, realmente adictos a los carbohidratos, no se les puede vender el discurso medroso y peligroso de que un poco de todo no solo no hace daño sino que resulta de lo más conveniente… porque sí que se lo hará. Es algo que escapa al control de un sistema hackeado por el ambiente en el que ‘elegimos’ vivir. De igual forma que ver una película a medianoche en una pantalla led con el brillo al máximo tampoco será letal… si estás saludable y sabes a qué luz exponerte de manera crónica.

Consideramos que hacemos más bien radicalizando el mensaje, en cierta manera, que quedándonos en tierra de nadie. La verdad es incontestable. La forma de comunicar depende de cada cual y del efecto que pretenda conseguir. ‘Ellos’ te meten miedo con el Sol de todas las maneras y medios posibles. Nosotros pretendemos transmutar ese miedo criminal, desgraciadamente extendido, en una conciencia de necesidad básica y presentar al verdadero enemigo; el ambiente de luz y la vida antinatural, como lo que es. Algo a lo que no te conviene dar la espalda.

Un observador imparcial que todavía siga viendo la televisión pero que también lea nuestros artículos podrá valorar por si mismo en qué debe creer. No necesitamos que abrace nuestro mensaje bajo cualquier circunstancia. Solo necesitamos que se plantee, con un criterio formado por un conocimiento no sesgado, la información que le hacemos llegar. Y que la aplique experimentalmente a si mismo -durante una etapa de su vida al menos- para que pueda ser contrastada debidamente con su vida anterior.

No nos interesa infundir miedo pero sí alertar de aquello que deberías evitar a toda costa. Y si para ello tenemos que gritarte, que así sea. Tú seguramente ya  no lo necesites a estas alturas y eso es bueno, significa que el mensaje ha calado en ti. Pero por uno como tú, hay 100.000 a los que ni siquiera les llega.  Aquellos que han decidido hacer de intermediarios de lo que debe conocerse y lo que no, lo ponen difícil. Por eso nos hacemos oír de esta particular forma. Para dar una oportunidad de cambio a todo aquel potencialmente interesado en abrazarlo, por su propio interés y por el de los suyos.

Para abrir el mundo de las posibilidades a aquellos que tan solo se mueven en el de los hechos. Unos hechos cuya herrumbre terminará por derribar.

Carlos Stro y Ricardo Stro.

Somos STRO


Carlos STRO


Siempre supe que no quería hacer las cosas como los demás. Siempre tuve claro que el sistema es una trampa mortal para el ser humano. Desde pequeño supe que nunca trabajaría para nadie porque solo confío en mí y en lo que he aprendido a lo largo de mi vida. Cuando el cáncer destrozó a mi familia, dejé todo atrás: mi profesión (la música), vendí mi estudio y me lancé a estudiar, sin descanso, el porqué de las enfermedades modernas. Conociéndome, no fue ninguna sorpresa: siempre he tenido una pasión por aprender por mi cuenta, así que todo fluyó de manera natural.

No pasó mucho tiempo antes de que, junto con Ricardo, descubriéramos el origen de las enfermedades modernas. No fue difícil; la verdad está ahí, al alcance de todos. Lo irónico es que muchas cosas que nos venden como aliadas —las legumbres, los cereales, el ejercicio bajo luz artificial, las cremas solares o las gafas antisol— son, en realidad, enemigos silenciosos y tóxicos. Y aquello que nos dicen que no importa o no hace daño —como la radiación electromagnética artificial— es uno de nuestros peores enemigos. Por otro lado, lo que nos enseñan a temer —el Sol, la grasa animal, el colesterol— resulta ser lo que más nos protege y fortalece. Incluso cosas aparentemente insignificantes, como el grounding o ciertos remedios naturales, son aliados poderosos.

Dicen que si dedicas más de 15.000 horas a algo te conviertes en un maestro en esa materia. Nosotros hemos invertido mucho más que eso estudiando biofísica, biología y bioquímica. Pero no solo nos quedamos ahí: también hemos aprendido a transmitir este conocimiento de forma clara y sencilla para que cualquiera pueda entenderlo. Siempre con base científica.
Ricardo y yo vivimos al extremo lo que predicamos. Mientras escribo estas líneas, estoy a punto de mudarme con mi familia al trópico durante un año. Vamos en busca del Sol que mejor protege nuestras células y nuestra salud.


Ricardo STRO


Experimentar (o más bien padecer) en carnes propias el efecto de la vida moderna y los hábitos que la sostienen, me ha hecho tomar conciencia del poderoso efecto que el ambiente de luz en el que nos desenvolvemos tiene sobre nuestra biología.

Abrazar el concepto de reancestralización mediante el cual se retoma el estilo de vida que posibilitó la evolución de nuestra especie hasta nuestros días y propagar el mensaje para que otros puedan tomar también acción para recuperar o potenciar su salud, se ha convertido en el proyecto de vida que comparto con Carlos y con esta comunidad de ‘radicales ancestrales’ que vibran en una frecuencia similar a la nuestra en esta visión, sorprendentemente particular, del mundo físico.

Scroll al inicio